Clío, Año 4, Num. 42, pp. 46-49. En 1858, un grupo de soldados
españoles, junto a franceses y filipinos, se desplazó hasta la Cochinchina (Vietnam
del Sur) y tomó Saigón. Allí permaneció hasta 1862, cuando el emperador
vietnamita pidió la paz, tras la cual nació la Indochina francesa.
España había colaborado en su creación, pero apenas obtuvo beneficio.
Recordamos este episodio, uno de los más olvidados por la historia oficial.
Fue una victoria tras otra.
Después de la muerte, en septiembre de 1857, del vicario apostólico del Tonkín central,
el dominico español José María Díaz Sanjurjo (Melchor de San Pedro
para sus fieles), una expedición de castigo de unos 3.000 soldados franceses,
españoles y filipinos conquistó Danang, la principal ciudad de Vietnam
central, en septiembre de 1858. Unos meses después, se dirigieron hacia Vietnam
del Sur, en aquella época conocido como la Cochinchina, y
tomaron la ciudad de Saigón, que ya entonces tenía más de 100.000
habitantes. Finalmente, en mayo de 1862, el emperador vietnamita Tu Duc pidió
que se iniciaran las negociaciones de paz que se concretaron en el Tratado de Saigón.
Era el nacimiento de la
Indochina francesa, en el que España colaboró de forma
significativa
El interés de España por Vietnam
Los españoles estaban presentes
en el sudeste asiático desde el año 1565, cuando llegó a la isla de Cebú una
expedición mandada por Miguel López de Legazpi y el fraile agustino
Andrés Urdaneta. La conquista de las Filipinas fue relativamente rápida (véase
Clío, número 12) y pronto se dirigieron las miradas hacia China, Indochina y
las islas de las especies. Sin embargo, Asia no era América, y además España
sufrió derrotas como la de la Armada Invencible que llevaron a enfriar los
planes de expansión en el continente asiático. Su presencia en la región, por
tanto, se centró en proveerla de plata americana y en impulsar una gran red de
comunidades misioneras por el lejano Oriente. En el actual Vietnam, se
documenta la presencia de misioneros españoles, en concreto dominicos, desde el
año 1678.
En el siglo XIX, el panorama político y militar había cambiado sustancialmente. España ya no era la gran potencia mundial y el dominio de los siete mares correspondían a Gran Bretaña y Francia. La primera contaba con una importante presencia enla India.
La segunda estaba dispuesta a buscar cualquier excusa
para conquistar Indochina, desde que un 28 de mayo de 1787 el emperador del
reino de Annam había permitido la presencia comercial de franceses en
ese país. La excusa perfecta fue el asesinato del misionero dominico Díaz Sanjurjo.
París reclamó la defensa de la civilización occidental y solicitó al gobierno
de Madrid el envío de una expedición conjunta de castigo. Los españoles eran
los aliados perfectos de Napoleón III, porque su participación evitaba las
objeciones británicas y no suponían competencia alguna en la región. En esos
años, la presencia comercial francesa en Asia oriental era ya muy importante,
especialmente en China, mientras que, a excepción de Filipinas, ninguna casa de
comercio española se había instalado en esas costas, ni siquiera en Hong Kong.
Tal como se quejaba el propio cónsul general de España Gumersindo Cañete,
"de todas las naciones han venido a establecerse un gran número de
negociantes, excepto españoles". El comercio de la provincia china de Fujiancon
Filipinas seguía siendo tan importante como antaño, pero estaba a cargo casi en
exclusiva de mercaderes chinos, aunque un muelle del puerto de Xiamen se
llamara "de los españoles". En realidad, estos estaban adaptándose
muy lentamente a la navegación a vapor y ni siquiera su presencia en Filipinas
los azuzaba para comerciar por el sudeste asiático.
En el siglo XIX, el panorama político y militar había cambiado sustancialmente. España ya no era la gran potencia mundial y el dominio de los siete mares correspondían a Gran Bretaña y Francia. La primera contaba con una importante presencia en
España se unió a la expedición de Cochinchina sin
saber muy bien los objetivos, aparte de la gloria de defender a los suyos.
Además, hay que tener en cuenta que, en esos años, el ejército español estaba
muy disperso y las posibilidades de actuar, debilitadas. Había participado con
diferente suerte en diversas campañas en América, como la dirigida por Prim en
México y la de Santo Domingo; estaba combatiendo en la costa americana del
Pacífico (1863-1866) contra las nuevas naciones de Perú y Chile, y luchaba
contra los rifeños en la guerra de Marruecos. además, el país
había sufrido la tragedia de tres guerras civiles. Por ello, de los trece
buques que participaron inicialmente en la expedición de Indochina, solo uno
era español. Se trata del Elcano, que, además, era el que tenía menor capacidad
de fuego, con solo dos cañones y 75 tripulantes, mientras que la fragata
francesa Nemesis, por ejemplo, tenía 52 cañones. Más tarde el Elcano fue
sustituido por el vapor Jorge Juan, con seis cañones y 175 tripulantes.
Hazañas bélicas en el lejano
Oriente
El contingente militar,
mayoritariamente integrado por filipinos, zarpó de Manila en dirección al
puerto de Danang, llamado antiguamente Turón por los españoles,
principal ciudad de Vietnam central. En septiembre de 1858 cayó esta localidad,
y el 10 de febrero de 1859 los aliados atacaron Saigón, la capital de la Cochinchina.
Tras la toma de la plaza, el mando francés izó la bandera tricolor y se
apropió del botín. El ejército galo siempre consideró a las tropas españolas
como auxiliares y mandó regresar a Filipinas todo el contingente español que no
estuviera en Saigón, y con ellos al jefe del cuerpo expedicionario, el
coronel Bernardo Ruiz de Lanzarote. Solo quedó en Vietnam un centenar de
soldados españoles bajo la órdenes del teniente coronel Carlos Palanca
Gutiérrez. Tras diversas acciones militares, en la primavera de 1862 el
emperador Tu Duc aceptó las condiciones de París: cedió la zona ocupada
a Francia y permitió la libertad religiosa. Un año después, los franceses
ocuparon Camboya y una década más tarde, el norte de Vietnam. En 1902 habían
conseguido unificar toda Indochina y España apenas había sacado beneficio de la
campaña. Las tropas regresaron a Filipinas y la historia oficial española
empezó a olvidar la expedición.
Las claves de la primera
Guerra de Indochina
¿Por qué esta guerra fue un
verdadero paseo militar de la coalición francohispana? ¿Por qué resultó
tan fácil derrotar a Vietnam en la primera guerra de Indochina si lo comparamos
con la famosa guerra de Vietnam del siglo XX? La diferencia crucial, fue,
ciertamente, la motivación. A finales del siglo XIX, Vietnam ansiaba
liberarse de la odiada influencia china, de más de mil años de duración. La
expedición europea era vista, así, como un contrapunto a esa aplastante
hegemonía milenaria, tal como recordó el líder comunista Hô Chi Minh.
Pero los vietnamitas nunca consideraron a los franceses como superiores, ni
admitieron que su futuro debiera estar en manos extranjeras. Los funcionarios
vietnamitas que estudiaban en Francia fueron siempre mal vistos en el país, al
igual que los cristianos, que nunca superaron el cinco por ciento de la
población. Los franceses buscaron imitar el modelo español de colonización
de las Filipinas para consolidar su dominio y pretendieron que los vietnamitas
se convirtieran masivamente al cristianismo. Sin embargo, se encontraron con un
nacionalismo creciente, que en menos de un siglo fue capaz de derrotarlos en Diên Biên Phu,
en el año 1954.
Pero, además, no hay que olvidar el avance tecnológico que separaba ambos contendientes. Los vietnamitas solo disponían de elefantes frente a las poderosas armas de fuego de Occidente que, además, contó con una hábil estrategia, a la vista de los resultados. Tras conquistar Danang, en el Vietnam central, la coalición europea rehusó atacar el corazón del imperio de Vietnam en el norte y miró hacia el sur, a la Cochinchina y a su capital. Saigón eras entonces una ciudad fronteriza, situada en la fértil desembocadura del Mekong, ganada a los camboyanos, y en donde vivían los recelosos de la autoridad central del reino de Annam. París temía atacar de entrada Huê, la capital vietnamita, y veía más factible sitiar Saigón, a pesar de las presiones de los misioneros, que preferían que la expedición arremetiera contra el norte (porque allí se concentraba la mayor parte de los cristianos vietnamitas) y de los españoles, que querían ir a Tonkín, por su cercanía a las Filipinas.
Pero, además, no hay que olvidar el avance tecnológico que separaba ambos contendientes. Los vietnamitas solo disponían de elefantes frente a las poderosas armas de fuego de Occidente que, además, contó con una hábil estrategia, a la vista de los resultados. Tras conquistar Danang, en el Vietnam central, la coalición europea rehusó atacar el corazón del imperio de Vietnam en el norte y miró hacia el sur, a la Cochinchina y a su capital. Saigón eras entonces una ciudad fronteriza, situada en la fértil desembocadura del Mekong, ganada a los camboyanos, y en donde vivían los recelosos de la autoridad central del reino de Annam. París temía atacar de entrada Huê, la capital vietnamita, y veía más factible sitiar Saigón, a pesar de las presiones de los misioneros, que preferían que la expedición arremetiera contra el norte (porque allí se concentraba la mayor parte de los cristianos vietnamitas) y de los españoles, que querían ir a Tonkín, por su cercanía a las Filipinas.
El gobierno de Napoleón III
recelaba de los misioneros españoles, "más ardientes y fanáticos que los
franceses". El primer gobernador de Cochinchina, el contralmirante Bonard,
los acusó de ser antiguos guerrilleros e incluso de carlistas. Pero, en
cualquier caso, España apenas incordió a los franceses ni hizo valer su
presencia en Filipinas para conseguir mejores resultados; había confiado
ciegamente en Napoleón III y había embarcado a sus tropas con la única ambición
de castigar la muerte del dominico, sin exigir garantías y sin apenas
coordinación entre la península y el gobernador de Filipinas.
Además la expedición contó con aliados locales. Por un lado, el reino de Siam (la actual Tailandia), un enemigo tradicional de Vietnam que siempre estaba dispuesto a colaborar con los europeos contra su vecino. Por el otro, Camboya, con un poderío mucho menor, pero que también ha buscado siempre contrarrestar la hegemonía de sus vecinos. Francia fue un mal menor para los camboyanos, que se echaron en manos de los franceses para luchar contra el dominio vietnamita, como hubieran hecho contra los thais de Siam.
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